martes, 1 de abril de 2008

Segunda vida - capitulo 1

Un sueño

Era una noche cualquiera, un incendio y cambio todo, nadie escucho nada, una barrera impedía escuchar pero no la luz.
-No hay nadie.-decía la gente.
-No puedo respirar.-pensé.
-Despierta.-dijo una voz.
-¿Quien es?-pregunte, mientras trataba de abrir los ojos.
-Una persona que te llevara a la siguiente dimensión.-dijo el hombre que vi, aun que de forma borrosa.- ¡Oye! No te mueras aun, en el siguiente mundo serás como una ayudante de héroe y despertaras en un montón de paja, puede que me tarde en encontrarte. ¡Oye! Tendrás que esperar y mejor cúbrete con cualquier cosa que aya por ahí.
Luego desperté en ese montón de paja y estaba con algo similar a un traje que casi parecía parte de mi piel, era muy ajustado y empezó a llover.
-Dijo que le esperara y esta enfriando mucho.-pensé, estando cubierta con un trapo que estaba por ahí.-Ahora que lo pienso, quizás sólo fue un sueño, pero ocurrió todo lo que dijo, sólo soy una niña.
-¡Oye! ¿Te hice esperar mucho?-preguntó el chico.
-Mejor pregunta si estoy azul o no.-dije.
-Vamos, agradece que te traje algo.-dijo entregándome un paquete.-Pero será mejor que lo abras bajo un árbol.
-Mj.-asentí.
Al ver lo que había en el paquete sólo puede decir gracias, se trataba de ropa.
-Póntelo sobre lo que tienes puesto, claro después de secarte.-dijo el chico.
-Esto, ¿cómo te llamas?-le pregunté.
-Esteban ¿Y tú?-preguntó.
-Paula.-dije mientras me ponía una falda que había en el paquete.- ¿Qué es este traje que tengo puesto?
-Es como una segunda piel, casi como una armadura, luego de que te pongas eso no volverá a verse, se hará invisible.-dijo Esteban.
-Bien, ¿cómo se pone esto?-pregunte.
-Como un cinturón y las mangas tienes que sostenerlas con las tiras que cuelgan de la camiseta.-dijo Esteban.
-Bien.-dije luego de ponérmelos.- ¿Ahora qué?
-Vamos a cualquier parte.-dijo Esteban, que me tomo de la mano y empezamos a caminar.
-¿Por qué estoy aquí?-le pregunte.
-Por que en tu mundo ya no existes.-dijo Esteban.
-¿Por qué viniste por mi?-pregunte.
-No lo sé, una fuerza mayor me lo dijo.-dijo Esteban.
El viaje fue muy divertido, pasamos por campos, bosques, desiertos y montañas. Esteban era como el hermano mayor perfecto, sólo que no lo era. Un día pasamos por un pueblo, nos hospedamos y salimos, pero había demasiada gente y nos separamos accidentalmente.
-¿Donde estas, Esteban? ¿Esteban?-preguntaba mientras me encaminaba hacia el hotel, pero alguien oyó mis gritos, no era Esteban, era un hombre que estaba ebrio y se comportaba de modo extraño.
-Hola preciosa, ¿estas perdida? ¿Quieres que te acompañe?-preguntó el hombre con u tono aterrante y me agarro del hombro.
-¡Suéltame!-grite y sin darme cuenta le di un patada y salí corriendo.
Justo después llegue a la calle principal y encontré a Esteban que estaba preguntando por mí.
-Esteban.-dije cuando lo vi y no pude evitar llorar.
-Paula, ¿Dónde estabas? Me tenías preocupado.-dijo Esteban.
-No se donde estaba, tenía miedo.-dije y lo abracé.
-Vamos, ya tienes catorce años, no te comportes como una niña.-dijo Esteban, aunque más para él, ya que también estaba como yo.
Una vez de vuelta en el hotel, no dejaba de abrazarme, era como si estuviera a punto de perder un tesoro muy importante para el, como si su vida dependiera de ello. Me costo convencerlo de que me soltara ya que quería dormir.
-Vamos, tengo que dormir y no dejare que duermas conmigo.-le dije.
-En eso tienes razón.-dijo y finalmente me soltó.
-Gracias, que duermas bien.-dije y me fui.
En ese lugar se hacia mucho ruido y no podía dormir. Al día siguiente ambos despertamos con unas ojeras realmente cargadas y nos tomamos una siesta al salir de ese pueblo.
-No volvamos a ese lugar.-dijo Esteban.
-Estoy completamente de acuerdo.-dije yo.
-Será mejor que sigamos caminando.-dijo Esteban.
-¿Por qué no me querías soltar?-pregunte.
-Por temor a perderte, cuando nos dan la tarea de cuidar a una persona recién llegada, nuestra vida se funde con la de esa persona.-dijo Esteban.
-¿Qué?-pregunte algo alarmado.
-Me refiero a que si te hieren o mueres aquí, yo también sufriré los daños y a mi también me ocurriría.-dijo Esteban.
-Entonces, ¿lo haces para no salir lastimado?-pregunte.
-No, no sólo por eso… ¡Mejor olvídalo!-dijo Esteban que se puso rojo.
-Estas rojo.-susurre.
-No es verdad.-dijo Esteban.
-Gracias por preocuparte.-dije y le di un abrazo.
-La verdad esperaba un besó, pero supongo que a las chicas de su edad eso es sólo para la persona que aman.-pensó Esteban.
-Ya, vamos.-dije.
Luego de unas horas, ya estábamos bastante alejados del pueblo anterior y estaba oscureciendo. Estábamos buscando un buen lugar para acampar cuando nos topamos con unas artistas ambulantes, sólo eran mujeres y no se comportaron muy amistosamente al ver a Esteban.
-Ah, ¿Qué quieren?-pregunto una de las chicas.
-Nada, sólo pasábamos por aquí.-dijo Esteban.
Esto hizo que se molestaran más.
-Pues lárgate de una vez.-dijo otra chica.
-Que comportamiento tan molesto.-susurre.
-Aun que deberás dejar a la chica.-dijo otra chica.
-¿Por qué tendría que quedarme con gente tan desagradable?-pregunte.
-Paula, será mejor que simplemente nos vallamos a buscar otro lugar donde acampar, no tienes por que ser tan grosera.-dijo Esteban.
-¿Qué no oyen? dije que la niña se queda.-dijo nuevamente la chica.
-¿Y tu no oíste que no me quedare con gente tan desagradable como ustedes?-dije.
-Ya deja la discusión, vamos.-dijo Esteban, me tomó de la mano y cuando dio un paso una de las mujeres salto frente a el y tenia una gran vara de metal en las manos.
-Ella se queda.-dijo.
-No.-dijo Esteban.
-Ya veras.-dijo la chica, lanzó un golpe con la vara, pero Esteban lo esquivo.
-Por poco.-susurro Esteban.- ¿Tú estas bien?
-Si.-dije, cuando alguien me tomo del brazo y le di una buena patada, claro que sin pensarlo.
-Bien hecho.-dijo Esteban, que le quito la vara a la chica.
-¡Chicas!-dijo la mujer a la que Esteban arrebato la vara.
Se tiraron sobre nosotros y nos ataron, a mi me dejaron cerca de la fogata y a Esteban afuera, hasta comenzó a llover.
-¿Qué te pasa?, parece como si tuvieras frío.-dijo una de las chicas.
-Pues claro, Esteban se esta mojando y de seguro también tiene frío.-dije.
-Que perceptiva.-dijo la chica.
-No entendió.-pensé.
-Mañana nos ocuparemos de acabar con él.-dijo otra chica.
-Eso estará bien, un hombre menos en el mundo.-dijo otra.
-lo van a matar.-pensé alarmada.
-No te parece genial, serás libre.-dijo la chica que estaba a mi lado y me hizo dormir con un golpe, también le afecto a Esteba.
Al día siguiente, estaban preparando todo para la ejecución y me pusieron en primera fila, pero amordazada.
-Bien chicas, hoy exterminamos a otro hombre.-dijo una de las mujeres, sostenía una espada entre sus manos.-Divirtámonos un poco.-dijo y en ese momento, le enterró la espada en el hombro.
-¡Ah!-se escucho alrededor mió.
-Hermana.-dijo una.
-Duele, Esteban.-pensé.
-¿Qué ocurre aquí?-preguntó la chica con la espada.
Esteban logro soltarse y le quito la espada.
-Simple, estamos unidos.-dijo Esteban.- ¿Qué no se los dijiste?
-Pues claro, sólo que parece que no lo entendieron, duele.-dije después de que me soltaron.
-Si tratan de deshacerse de uno, nos dañaran a los dos.-dijo Esteban.- ¿Y bien, nos dejaran libres?
-Pero con esa herida...-dijo una niña.
-No pasara nada.-dijo Esteban, que tomo su morral y saco una botellita.
En esa botellita había lágrimas de fénix, tienen el poder de curar y ya que si a uno le ocurre algo y al otro igual, decidió colocar un par de lágrimas en mi hombro y valla que funciono rápido.- ¿Así esta mejor?-preguntó poniendo una sonrisa muy tranquilizadora.
-Mj.-respondí y también puse una sonrisa.
Luego de eso nos dejaron ir.
-Disculpa.-dijo Esteban.
-¿Ah?-pregunte.
-Por mis descuidos casi morimos.-dijo Esteban.
-Yo tampoco debí haber empezado a pelear con ellas.-dije.
-¿Oh? Tu traje se rompió, déjame arreglarlo.-dijo mientras sacaba una aguja he hilo.
-¿Debo quitármelo?-pregunte.
-Ahora que lo dices.-dijo Esteban.-Ten, ponte esto, prometo no mirar.-dijo entregándome su chaqueta, la cual no se rompió ya que una de las chicas planeaba quedársela.
-Gracias.-dije, aún que mientras me cambiaba no dejaba de vigilarlo.
Luego se lo entregue y el lo arreglo, quedo bastante bien, pero el decidió que era mejor lavarla.
-Se mancho con sangre, si se seca mucho la mancha no saldrá del todo.-dijo Esteban.
-Si, eso lo se.-respondí.
-También lavaré la mía.-dijo Esteban que me dejo con su morral y se fue con las camisetas.
Luego de un rato.
-Se tarda mucho, me esta dando sueño.-susurre y luego, me dormí sobre el morral de Esteban.
-Disculpa por tardar… se quedo dormida.-dijo cuando volvo.-Será mejor que deje que esto se seque mientras espero que despierte.-pensó y luego estornudó.
Con eso me despertó.
-¿Oh? Ya llegaste, te vez como pálido, entonces yo también.-dije.
-No, sólo en el sentir frío, dolor o al hacernos heridas.-dijo Esteban y estornudó otra vez.-Creo que me resfrié.
-Pues deberías ponerte algo.-dije.
-Es que no tengo más ropa.-dijo Esteban.
-¿Qué descuidado?-pensé.- ¿Y no te ha ocurrido en otras ocasiones?
-Tenia la chaqueta.-dijo Esteban.
-Oh.-deje salir de un modo ahogado.
-No te preocupes, si te abrazo será suficiente.-dijo Esteban.
-¿Y la manta que usamos cuando dormimos a la intemperie?-pregunte.
-Definitivamente no te gusta que te abrasen.-dijo Esteban, que saco la manta.
-Es que no me parece muy normal, además no tengo ganas de recibir un abrazo.-dije y luego pensé.- ¿Qué digo? Siempre me ha gustado que me abrase, siempre.-y luego le dije.-Si quieres, puedes abrazarme.
-No pensó al decir lo anterior.-pensó Esteban.
Luego de eso, la ropa ya estaba ceca y continuamos caminando.
-¿Y después de eso llegaron aquí?-preguntó una voz.
-No, todavía no llego a esa parte.-dije.
-¿Por qué te gusta tanto abrasarme?-pregunte.
-Es que te encuentro abrazable.-dijo Esteban.
-No soy tan abrazable.-dije.
-Pero te gusta que te abracen.-dijo Esteban.
-Si.-dije.
-Sabes, pronto será mi cumpleaños y quiero que me des un regalo.-dijo Esteban.
-¿Qué regalo?-pregunte.
Me susurro algo al oído.
-¡¿Qué?!-exclame.
-Estaré esperando, será en una semana.-dijo burlonamente.
-¿Y luego llegaron?-preguntó una voz.
-No, primero callo con una fuerte pulmonía y después vinimos aquí.-dije.
-Y nos encontramos en el día en que le darás lo que te pidió.-dijo la voz.
-No tengo el valor para dárselo.-dije.
-¿Qué te pidió?-pregunto la voz.
-Pues, lo que me susurro…
-Dame un besó.-susurro Esteban.
-¡¿Qué?!-exclame.
-Estaré esperando…-dijo Esteban.
-Y ya te dije lo demás.-dije.
-¿Que tipo de besó?-preguntó la voz.
-No tengo ni idea, sólo dijo “un besó”. Tú eres su hermana, ayúdame.-dije.
-Bueno, considerando que esta resfriado y tu no quieres contagiarte, dale un besó en la mejilla.-dijo la hermana de Esteban.
-¿De qué hablan?-preguntó Esteban.
-De nada.-dijo su hermana.-deja que las mujeres hablen de lo suyo tranquilas.
-Bien.-dijo Esteban que se acercó y me dijo.-Espero tu regalo dentro de un rato, en el pasillo.
Después fui al pasillo, no había nadie más que Esteban. Me acerqué a él y puso su cara frente a mí, por suerte de lado.
-Menos mal.-pensé y le di un besó en la mejilla.
-Gracias por el regalo.-dijo Esteban, haciéndome una caricia en la cabeza.
-De nada.-dije.-Pensé que se trataría de algo más.-pensé.
-Otra cosa, la próxima vez que me agradezcas algo, hazlo con un besó.-dijo Esteban.
-Bien.-dije.
-¡Atención que viene el pastel!-exclamó la madre de Esteban
-Vamos.-dijo Esteban llevándome de la mano.
-Felicidades.-dijeron a coro.
-Pide tres deseos.-dijo la madre de Esteban.
-Bien.-dijo Esteban, que pensó en ellos y luego rió mirándome.-Veamos si se concede.
Apago las velas y cuando encendieron las luces, mi ropa había cambiado a un beatle negro sin mangas, la falda seguía igual, tenía unas patíes negras hasta los tobillos, unos zapatitos rojos y unos guantes de red negros.
-¿Y esto?-pregunté.
-Si, así te vez más bonita.-dijo Esteban, que me levantó y empezó a dar vueltas.
-¿En que piensa este tipo? ¿Sólo quería complacer su vista o qué?-pensé.
-No tiene remedio.-susurro el resto de su familia.
A propósito, la madre de Esteban es una mitad gato, tiene orejas, cola de gato y el pelo blanco, de ahí el de Esteban. La hermana de Esteban tiene una cola y uñas de gato, me refiero a que las alarga para atacar a cualquier peligro o ratón. El padre de Esteban parece un simple humano, pero tiene unos ojos verdes, de gato, también se parecen a los de Esteban. Por lo que he oído, todos tienen una parte de animal, me preguntó por que yo no. Le pregunte a Esteban y dijo que era por que todavía no pasaba el tiempo para que aparecieran, aparecen a los quince años.
-Bájame.-dije.
-No quiero.-dijo Esteban.-Además, eres como mi osito de felpa.-dijo abrasándome.
-¡No soy un muñeco, soy una persona!-exclame.-Es la primera vez que me molesta tanto que un gato este cerca mió.-pensé.
-Bien, bien.-dijo Esteban, bajándome.
-¿Por qué haces eso siempre?-pregunte.
-No sé, simplemente me dan ganas de abrasarte.-dijo Esteban.-Me preguntó como te veras cuando tengas quince.
-No puedo saberlo.-susurre.
-¿Dijo… siempre?-preguntó la hermana de Esteban.
-Si.-dije.
-Eso sólo quiere decir una cosa.-dijo la hermana de Esteban.
-¿Qué?-pregunte.
-Que eres súper habrazable.-dijo la hermana de Esteban.
-¡Son iguales! Además, no soy tan habrazable-pensé.
-Ya paren de acechar.-dijo la madre de Esteban, que me levantó sin ningún esfuerzo.
Se escucharon unos ladridos fuera de la casa.
-¡Ah!-grito la madre de Esteban, que me soltó, lanzándome hacia arriba y no se como caí parada.
-Le doy un diez.-dijo Esteban.
-Deja tus bromas.-dijo su hermana.
-Los perros ya se fueron.-dije al la madre de Esteban, dándole unas caricias en la cabeza.
-Eso se siente rico.-dijo la madre de Esteban.
-Me lo imagine.-pensé y pare de hacerle caricias.
-¿Eh? ¿Eso es todo?-preguntó.
-Ya se que es agradable, pero creo que fue suficiente.-dije.
-Ella tiene razón.-dijo el padre de Esteban.
Al día siguiente, decidimos salir a ver el lugar y a canecidos de Esteban. Por la tarde fuimos al campo.
-…Entonces se dio vuelta y…-decía Esteban, que estaba contando lo ocurrido en el viaje.
-¿Sabes dibujar?-me preguntó la madre de Esteban.
-Si.-respondí.
-¿Podrías hacer un dibujo?-preguntó otra vez.
-Si.-respondí nuevamente y ella me entrego un block, lápices y una goma.
Luego de que termine el dibujo, se lo pase a la madre de Esteban y quede con un pequeño dolor en el cuello por la posición en la que estaba dibujando.
-¡Qué lindo! Gracias.-dijo la madre de Esteban mientras me abrazaba del cuello.
-Gracias.-dije, con algo de molestia por el dolor.
-Mamá.-dijo Esteban.
-¿Qué preguntó?-su madre.
-A ella le molesta que la abracen tan fuerte.-dijo Esteban.
-Cierto, a el también le duele.-susurre.
-¿Ah?-preguntó el restó de la familia.
-No lo digas.-dijo Esteban cubriéndome la boca.
-¿Por qué no?-pregunte después de que nos apartamos un poco.
-No les he dicho que estamos conectados, sólo les dije que eras una amiga que me acompaña en el viaje.-dijo Esteban.
-Pero, ¿tu hermana tampoco sabía?-pregunté.
-No, sólo le dije a ella.-dijo Esteban.
-¿Por qué sólo a ella?-pregunté.
-Por que si le digo a ellos se les pasara por la cabeza un montón de cosas.-dijo Esteban.
-¿Qué?-dije casi atónita.
-Me refiero a que ellos piensan que tendremos que compartir el resto de nuestras vidas, casarnos y todo eso, sinceramente quiero seguir soltero por mucho tiempo.-dijo Esteban.
-Pero sólo soy como tú ayudante.-susurre.
-Eres más que eso, eres mí amiga, mí compañera.-dijo Esteban.
-Bien, volvamos con los demás.-dije.
-¿De estaban hablando?-preguntó la madre de Esteban.
-Nada.-dijo Esteban.
-De eso.-pensó la hermana de Esteban.
-Mantener un secreto de esta forma me inquieta un poco, pero siento que eso es algo que acostumbraba a hacer.-pensé.
Luego de un par de días continuamos nuestro viaje y me surgieron dudas.
-Esteban, tú dijiste que en mi mundo había muerto, ¿qué mundo es ese? ¿Por qué llegue aquí? ¿Siempre fui así o era distinta?-pregunté.
-Lo único que se es que cuando las personas de tu mundo mueren, vienen a este mundo, pero no siempre en la misma época y sólo cambian por lo de las partes animales que aparecen a los quince, sobre el comportamiento, eso no se puede saber ya que perdiste casi todos tus recuerdos.-dijo Esteban.
-¿Siempre estaremos unidos?-pregunté.
-Bueno, yo…-dijo Esteban.
-No lo sabes, no sabes si nos separaremos algún día.-dije.
-No, no lo sé.-dijo Esteban.- ¿Por qué lo preguntas?
-Sólo por que quería saber.-dije algo triste.
-¿Quieres separarte de mí?-preguntó Esteban.
-No, no quiero. Eres mi amigo, él único amigo que tengo aquí.-dije abrazándolo.
-Paula, tú no estas sola, aras muchos amigos, ya veras.-dijo Esteban.
-Dime Haru-chan.-dije.
-Haru-chan, bien, entonces tú me dirás Esteb.-dijo Esteban.
-Si, Esteb.-dije.
-Mira, ahí esta el Río Espejo, ¿qué te parece si nos damos un chapuzón?-preguntó Esteb.
-Me parece bien.-dije.
-Pues vamos.-dijo Esteb, llevándome de la mano.
-Si.-dije algo más alegre.
El agua estaba muy fría, así que nos pusimos atinarnos agua orilla. Todo estaba tranquilo, hasta que las artistas ambulantes, que trataron de matar a Esteb en una ocasión, aparecieron por ahí.
-¡Vamos!-exclamo una.
-¿Y eso?-preguntó Esteb, cuando esa chica paso por ahí y lo arrollo.
-¡Más cuidado!-dije, ya que me dolió a mí.
-¿Ah pase sobre alguien?-preguntó la chica.- ¡Ustedes!
-¡Pero si son las artistas ambulantes!-exclame.
-¿Por qué tenias que pasar sobre mí?-preguntó Esteb.
-Es que no te vi, sólo pensaba en entrar al agua.-dijo la chica.
-Esta fría como el hielo.-dije, pero como estaba parada en una roca, se resbalo y callo al agua.
-¡Oh!-dijimos a coro.
-Esta fría.-dijo la chica cuando se paro, estaba tiritando.
-Jenny, si te pones al sol te calentaras.-dijo otra chica.
-¿Nos vamos?-pregunté.
-Si, será lo mejor.-dijo Esteb, mientras se ponía sus zapatos.
-¿Donde van?-preguntó una de las chicas.
-Lejos del peligro.-dijo Esteb.
-¿Peligro?-preguntaron a coro.
-De ustedes.-dijo Esteb.
-A, por eso.-dijo Jenny.-disculpen. Si quieren podemos compensar eso.
-¿Compensar? ¿Cómo?-preguntó Esteb.
-No lo sé, propónganlo ustedes, cualquier cosa.-dijo, más que nada mirándome a mí.
-No lo sé, no lo encuentro necesario.-dijo Esteb.- Haru-chan, nos vamos.
-Espérame.-dije, mientras iba tras él.- ¿Eso esta bien? Nos ofrecieron compensar los daños que nos causaron.
-Claro que si, después de todo sólo se interesan en ti.-dijo Esteb.
-Pero el que tenga la apariencia inocente de una niña no me hace bonita ¿o sí?-pregunté.
-Depende del punto de vista de quien vea.-dijo Esteb.
-¿Eso quiere decir que tú si me encuentras bonita?-pregunté.
-Si, eres bonita.-dijo Esteb.
-Gracias.-dije algo sonrojada.-No sé por que, pero creo que quería oír eso.-pensé.
-Por eso te digo que me pareces muy como un osito de felpa.-dijo Esteb, que empezó a hacerme cosquillas.
-Ya para.-dije alejándome de él. Luego llegamos a un lugar en el que había uvas silvestres, no estaban maduras, pero yo me acerqué a probar algunas y me gustaron mucho. Pero cuando Esteb las probó.
-Wa, que ácidas están.-dijo Esteb.
-¿No te gustan?-pregunte.
-No, no me gustan las cosas ácidas.-dijo Esteb.
-A mí me gustan mucho.-dije.-De hecho, no me gustan los dulces.
-Y yo adoro las cosas dulce.-dijo Esteb.
-Que disparejos somos.-dije.
-De todas formas, quizás nos unieron para compensar nuestros comportamientos.-dijo Esteb.
-¿Eh?-pregunte.
-Yo hablo mucho, tú hablas poco y muy bajo, a mí me gusta estar activo y a ti te gusta estar quieta.-dijo Esteb.
-Realmente somos muy diferentes.-pensé.
-Parece que lloverá.-dijo Esteb.
-Pero el cielo esta sin ninguna nube.-dije.
-Lo siento en el aire.-dijo Esteb.-Vamos, tenemos que llegar a un ligar en el que podamos refugiarnos de la lluvia.-dijo tirándome de la mano.
Luego de un rato el cielo empezó a nublarse y hacia mucho frío.
-Creo que me equivoque, lo más probable es que empiece a nevar.-dijo Esteb que estaba armando un pequeño refugio.
-¿Cómo puedes hacer eso?-pregunté.
-Cada uno tiene un poder especial en este lugar y aparece…-dijo Esteb.
-A los quinces años.-dije como si fuera algo obvio.
-Bueno, aparece unos días antes, pero si.-dijo Esteb.
-Quisiera saber como será el mío.-dije.
-Siempre es algo inesperado.-dijo Esteb poniendo una mano sobre mí cabeza.
-No, quita la mano, me molesta.-dije dándole un manotazo.
-Ya veo por que, te duele, me pregunto ¿Por qué será?-dijo Esteb.
-No lo sé.-dije mientras sacaba las mantas del morral de Esteb.
-Quizás, no, ella no podría ser del caso especial.-pensó Esteb.
-¿Tú sabes cuando cumpliré quince?-pregunté.
-No, pero lo sabremos en el momento.-dijo Esteb.
-Podría ser en cualquier momento.-dije algo más alto.
-Ese dolor de cabeza también puede ser una señal de que pasara algo.-dijo esteb algo inseguro.-Pero es algo poco común.
-No entiendo, tengo que decirlo.-pensé.
-Dicen que aparece un individuó, que es igual a la persona que…-dijo Esteb.
-Me esta asustando.-pensé.
-Dice y hace las cosas que la otra persona no se atreve, a pesar de que son como una gota de agua, el sexo cambia y el color de pelo se pone del contrario.-dijo Esteb.
-Un doppelganger.-pensé.
-Sin embargo estas se llevan muy bien y se ayudan mutuamente.-dijo Esteb.
-¿No te asusta decir eso de esa manera?-pregunté bastante asustada.
-Disculpa, no sabia que te estaba asustando.-dijo Esteb.
-¿Te refieres a un doppelganger?-pregunté.
-No, es algo similar, pero no es un doppelganger.-dijo Esteb.
-Menos mal.-.dije.
-Ah, ya empezó a nevar.-dijo Esteb.
-Es diferente de cómo lo imaginaba.-pensé.
Nevó durante toda la noche y parte del día siguiente. Así que todo quedo cubierto de nieve y era difícil avanzar entre ella, después de un rato empecé a sentirme muy mal y Esteb tubo que cargarme.
-Disculpa.-dije.
-No te disculpes, no es tú culpa haberte enfermado.-dijo Esteb.
Luego me quede dormida y desperté después de un par de horas, nos habíamos detenido. Esteb estaba preparando algo para comer cuando se percato de que había despertado.
-¿Cómo te sientes?-preguntó.
-Algo mejor.-respondí.
-¿Quieres comer algo?-preguntó.
-No.-respondí y me dormí otra vez.
-Debe sentirse muy mal.-pensó Esteb.
-Vamos, por aquí debe haber un buen lugar para acampar.-dijo una de las artistas ambulantes de la última vez.
-¿Por qué siempre tenemos que encontrarnos con ellas?-pensó Esteb.
-Ustedes.-dijo una de las que se acerco.
-Hola.-dijo Esteb de mal humor.
-¿Le pasa algo?-preguntó la chica.
-Esta enferma.-dijo Esteb.-Sólo déjenla dormir y todo estará bien.
-¿Qué tiene?-preguntó la chica.
-No lo sé.-dijo Esteb.-Pero creo que es mejor que duerma para que pueda recuperar fuerzas.
-Si quieren podemos llevarlos mañana, si la sacas al frió es probable que empeore.-dijo la chica.
-Ya lo sé, pero después de lo de aquella vez, no me atrevo a estar cerca de ustedes.-dijo Esteb.
-¿Entonces por eso habían rechazado la propuesta de la ultima vez? Era lógico, creo que yo hubiera hecho lo mismo.-dijo la chica.
-Discúlpanos por lo de la vez anterior.-dijeron otras chicas que también se acercaron.
-¿Quien disculpa a las personas que casi lo matan?-preguntó Esteb.
-No volverá a ocurrir.-dijeron las chicas.
-Bueno pues…-dijo Esteb, cuando desperté nuevamente.
-Mí cabeza.-susurré.- ¿Qué hacen aquí?
-Están ofreciendo llevarnos.-dijo Esteb.
-¿Qué es mejor?-pregunté mientras trataba de pararme.
-Por como esta el clima, creo que seria mejor ir con ellas, pero me da miedo.-dijo Esteb, que luego me levanto entre sus brazos.
-Gracias.-dije.
-Iremos con ustedes.-dijo Esteb.
-¡Si!-exclamaron las chicas.
-No griten, por favor.-dije.
-Lo sentimos.-dijeron las chicas.
-pero podríamos comer primero.-dijo otra de las chicas.
-Si, de hecho paramos por eso.-dijo otra.
-Bien, si quieren pueden comer aquí, acabo de terminar de preparar la cena.-dijo Esteb.
-¿Los hombres cocinan?-preguntaron todas a coro.
Luego de eso continuamos el viaje, hasta que llegamos a un puente que no soportaba el peso del “carro” junto a los pasajeros y el equipaje, así que tuvimos que bajar y luego paso el carro.
-No me siento bien.-dije cuando llegamos al otro lado.
-Vamos, ya podrás subir.-dijo Esteb.
-No es eso.-dije cuando perdí el equilibrio y caí en la orilla del barranco del que estaba colgado el puente, luego se deslizo el pedazo de tierra en el que había caído.
-Demonios.-dijo Esteb que alto para poder atraparme, pero no lo logro, en cambio, cuando caía, un chico muy parecido a mi me atrapo y quedo colgado de una rama sobresaliente.
-¿Estas bien?-preguntó el chico.
-Bueno, fuera de el dolor de cabeza, creo que si.-dije.
-Ya veo.-dijo el chico.-por cierto, necesito que te afirmes de mi mientras escalo el barranco.
-Bien, espero poder sostenerme.-dije.
-¡Haru-chan!-exclamó Esteb, que lanzo una cuerda para poder subirnos.
-Bien, sostente.-dijo el chico.- ¡Ya pueden subirnos!
-¿Cómo te llamas?-le pregunte.
-Paúl.-dijo el chico.
-Yo me llamo Paula.-dije.
-Pero prefieres que te llamen Haru-chan.-dijo Paúl.
-¿Cómo lo sabes?-pregunte.
-Por que yo soy tú.-dijo Paúl.
-Pero, eso quiere decir que no debería sentirme mal.-dije.
-No, tú solo tienes un resfriado.-dijo paúl.
-Haru-chan, te encuentras bien.-preguntó Esteb.
-Si.-respondí.
-Gracias por salvarla…-dijo esteb.-Un segundo, ustedes son iguales.
-Me pregunto por que será.-dijo Paúl.
-Tú presentimiento era correcto.-dije y luego caí dormida, ¡Cuánto tiempo más voy a estar durmiendo!
Un rato después.
-Es más fácil saber que tiene si dice lo que siente, pero es de gran ayuda que tú si sepas lo que tiene, así es más fácil medicarla.-dijo Esteb.
-¿Entonces eres medico?-preguntó una de las chicas.
-Si, de hecho vamos al pueblo que viene por que me pidieron que ayudara en el hospital.-dijo Esteb.
-¿Y en que área?-preguntó Paúl.
-Pediatría.-dijo esteb.
-Con razón te llevas tan bien con los niños.-dijo una de las chicas.
-¿Niños?-se preguntó Paúl.
-Tú eres un niño.-dijo Esteb.
-Por que no pueden clasificar en adolescentes, además tu decías que ella ya era grande, no una niña y ella te decía que si era una niña.-dijo Paúl.
-¿Sabes de todo?-preguntaron las demás.
-Pues claro que si, soy parte de ella tengo todos sus recuerdos.-dijo Paúl.
-¿Entonces eres 7una chica en cuerpo de chico?-pregunto otra.
-¡No!-dijo Paúl.
-No entiendo.-dijo la chica.
-No tiene importancia.-dijo Esteb.
-Me dijo que era una chica.-pensó Paúl.
-Creo que están discutiendo.-pensé al despertar, ya me sentía mucho mejor, pero sentía mis piernas débiles.
-¿Ya te sientes mejor?-preguntó una de las chicas que se acerco.
-Si.-respondí.
-¿Sabias que ese chico que te acompaña es doctor?-preguntó la chica.
-No, no sabia que era doctor, aun que quizás por eso tiene tantas medicinas en su moral.-dije.
-¿Realmente no te lo había dicho?-preguntó la chica.-Bueno, supongo que por eso el otro chico se sorprendió al saberlo.
-Parece que ya despertó.-dijo Paúl, que repentinamente desapareció.
Hay algo que es nuevo, una nueva experiencia, un nuevo ser que espera a aparecer como el ángel guardián que es.

No hay comentarios: