miércoles, 24 de diciembre de 2014

Hermiedna Capítulo 2

Siguieron su camino en silencio, Naj podía sentir que algo estaba extraño en Irma e Irma en Naj. El hada sólo revoloteaba alrededor de ellos, tratando de decir algo, pero sin lograr que le entendieran... Tras unas horas de caminata se escucho un fuerte grito en el bosque.
-¿Eso fue...?-murmuró Naj agudizando su audición.
-¿Un grito?-preguntó Irma.
-Quizás alguien se cayó o algo así.-dijo Naj al no escuchar nada más, pero...
-¡Ah!-se escuchó mucho más cerca, miraron alrededor, pero sólo veían arbustos y árboles, pero luego de un rato y muchos ruidos de matorrales revolviendose, apreció Nathan, corriendo de unos cuervos a toda prisa.
-¿Nathan?-preguntó Irma.
-¡Hey, Nathan, deja de correr y quédate quieto!-le gritaban los otros doctores que trataban de alcanzarlo.
-Hola, cuanto tiempo.-uno de ellos se había detenido a su lado, era Fye.
-Hola.-dijeron Irma y Najambdder al mismo tiempo.
-¿Irma, eres tú? Con esa ropa no te reconocí.-dijo Fye.
-Ahora que lo dices, olvide cambiármela.-dijo Irma.
-¿Qué les pasa a esos cuervos?-preguntó Najambdder.
-Verán, estábamos buscando unas vallas en el bosque cuando Nathan se trepo a un árbol y vio un nido de pájaros. Como siempre, saco los huevos que había en él para jugar una de sus travesuras cuando la cueva llegó y empezó a picotearlo junto a otros cuervos, se bajo del árbol lo más rápido que pudo pero…-dijo Fye.
-...¿Se llevó los huevos con él?-preguntó Najambdder.
-Sí, por eso lo están persiguiendo.-dijo Fye.
-¡Ah!-se volvió a escuchar.
-Mejor lo ayudamos.-dijo Najambdder.
-¿Y cómo?-preguntó Irma.
-Con magia.-dijo Najambdder.- ¡Hey Nathan, por aquí!
Nathan seguía corriendo, pero por suerte logró escuchar a Naj y cuando estuvo lo suficientemente cerca el elfo lanzó un hechizo que paralizó a los cuervos.
-Gracias.-dijo Nathan.
-Esto no te hubiera pasado si hubieras dejado los huevos en el nido.-dijo Najambdder reprochándolo.
-Mira como te quedo la cara.-dijo Key.
-Y la cabeza.-dijo Durten.-Al menos nada en los ojos ¡Por la Diosa, Nath!
-Siempre te metes en problemas.-dijo Fye.
Irma se rió.
-No te rías.-dijo Nathan.
-¿Y por qué no?, es gracioso y de todas formas no debiste tomar esos huevos.-dijo Ia niña.
-¿Irma?-preguntaron los otros doctores.
-Se ve diferente con esta vestimenta ¿vedad?-preguntó Fye.
-¿Por qué te pusiste eso?-preguntó Durten.
-Para evitar más problemas en el pueblo anterior.-dijo Irma.
-¿Pasaron por el pueblo de los Orist?-preguntó Fye.
-¿Los orist?-preguntó Najambdder.
-Me sorprende que no sepas, son unos insectos que salen de noche y si no estás sobre las camas especiales son capaces de comerte.-dijo Key.
-Por culpa de esas cosas casi me dio un infarto.-dijo Najambdder.
-¿Como, no estabas en la cama?-preguntó Nathan.
-Estaba durmiendo en el suelo.-dijo Irma.-Pero cuando empezaron a molestarlo se subió de un salto a la cama.
Naj se sonrojó.
-¿Tú estabas durmiendo en la cama cierto?-preguntó Fye.
-Sí, sólo había una así que él decidió dormir en el suelo y cuando salieron esos insectos tuvimos que dormir juntos.-dijo Irma.
Los médicos también se sonrojaron.
-¿Por qué están todos rojos?-preguntó Irma.
-¿No… te… hi… hizo… nada?-preguntó Nathan tartamudo.
-¿A qué te refieres con eso? ¿Por qué tartamudeas?-preguntó Irma.
-¿Qué diablos están pensando ustedes?-indignado, Najambdder se sonrojó aun más.-Para que ustedes sepan estaba lloviendo y cayó agua de una gotera.
-Y cuando despertaste ya te habías…-dijo Irma cuando Najambdder le puso las manos en la boca para hacer que se callara.
-Irma, ellos lo tomaran mal si sigues contando lo que paso.-dijo Najambdder tratando de que no lo escucharan.
-Pero sólo me estabas abrazando.-pensó Irma.
-Se ve raro.-dijo Nathan.
-¿Qué le habrá hecho?-dijo Key.
-De seguro fue algo malo.-dijo Durten.
-De eso no cabe duda.-dijo Fye.
-Yo no le hice nada.-dijo Najambdder.-¿Cómo creen que le haría algo así a una niña?
-No entiendo nada de lo que está pasando aquí.-pensó Irma.-El sólo me abrazó cuando aún estaba dormido, de hecho yo lo tuve que despertar, ella puede probarlo.-dijo apuntando a la hadita.
-Es un hada.-dijeron los médicos como si descartaran su credibilidad.
El hada miró con la cara más tierna que pudo para que la sacaran de la jaula.
-¿Por qué miras con esa cara?-preguntó Irma.
El hada se desilusionó.
-Ha, tenía que sacarte de la jaula.-recordó Irma en vos alta.-Déjame buscar la llave, ¿Dónde la deje?
-Yo no la tengo.-dijo Najambdder después de revisar sus cosas.
-Yo tampoco.-dijo Irma seriamente.-Tendré que usar el otro método.
Irma quitó una traba que sostenía el velo que le cubría la cara, lo estiro y empezó forzar la cerradura.
-Ya está.
-¿Eso no lo usan los ladrones?-se preguntaron los demás.
-Ayame, ¿puedes curar las heridas de Nathan?-preguntó Irma.
El hada se acerco a Nathan, se hizo grande y lo curó soplando sobre su cara.
-Gracias.-dijo Nathan.
-Eso nos ahorra problemas.-dijo Durten.
-Ahora volveré a sintetizar mi ropa.-dijo Irma y así lo hizo.
-Fue mucho más rápido que antes.-pensó Najambdder.-Me preguntó si ya podrá sintetizar fuego.-susurró.
-¿Dijiste algo?-preguntó Irma.
-No, nada.-dijo Najambdder.
-Sintetizas las cosas rápidamente.-dijo Nathan.
-¿Qué es esto?-preguntó Irma repentinamente.-No recordaba tener una flauta en el carjad.
-El carjad puede traer cosas que no esperas y que necesitaras.-escribió el hada en el cielo.
-¿Pero para que necesitaría esta flauta?-preguntó Irma.
-¿Sabes usarla?-preguntó Najambdder.
-Claro que si, recuerdas la canción de la que te hable en la mañana, si quieres puedo tocar la melodía.-dijo Irma.
-No hace falta.-dijo Najambdder.
-¿Qué debería hacer con esto?-preguntó.
-¿Cómo lo vamos a saber?-Naj le resto importancia, ya verían que ocurriría más adelante.
-¿Tu sabes para qué la necesito?-le preguntó al hada.
Esta negó moviendo la cabeza.
-A menos de que aparezca una fiera no sirve de nada.-pensó Irma.- ¿Qué tal si nos vamos al siguiente poblado?
-Me parece bien.-dijo Najambdder.
-Nosotros los acompañaremos.-dijo Durten.
-¿Acaso siguen desconfiando de mí?-pensó Najambdder.
-Sí, así será más divertido.-festejó Irma.
-Me preguntó si será cierto eso de que no le hizo nada a la pequeña.-pensó Durten.
-De seguro va a pasar algo malo en el camino.-pensó Fye.

En fin, siguieron el camino hasta el siguiente poblado que estaba muy, muy lejos, llego la noche.
-Ya se ha oscurecido.-dijo Irma triste.
-Tenemos que armar el campamento.-dijo Najambdder un tanto molesto por las miradas acusadoras e insistentes de los doctores.
-Sí quieres puedo sintetizarlo nuevamente.-dijo Irma.
-Eso sería de ayuda.-dijo Fye aun con su mal presentimiento.
-Recuerda, tú encenderás el fuego.-dijo Irma.
-Podrías intentarlo tú.-dijo Najambdder.
-Pero no puedo sintetizarlo.-dijo Irma
-Yo creo que ya puedes.-dijo Najambdder.
-Tengo un mal presentimiento.-dijo Fye finalmente.
-Entonces algo malo va a pasar.-dijo Nathan.
-Eso está seguro, cuando él tiene un mal presentimiento siempre pasa algo malo.-dijo Key.
-Eso quiere decir que si tratara de encender el fuego…-dijo Irma poniendo una cara malévola y empezó a reírse.
-No sé porque, pero creo que quiere quemar algo.-dijo Najambdder junto a los otros doctores, haciendo un circulito.
-Bueno, solo sintetizare el campamento.-dijo Irma cuando empezó a llover otra vez.
-Con que era eso lo que presentía.-dijo Fye.
-¿Dónde vamos a dormir ahora?-preguntó Durten.
-Najambdder no ha alegado.-dijo Irma.-¿Dónde se metió?
-Estaba aquí hace un momento-dijo Nathan.
-Mira esta bajo ese árbol.-dijo Key.
-Y nosotros estamos mojándonos.-dijo Durten.

Cuando llegaron bajo el árbol cayó una gotita rezagada de lluvia que cayó sobre Najambdder.
-No otra vez.-se lamentó el elfo con pesar.
-Estas salado.-dijo Irma.-Ya sé, sintetizaré algo similar a una casa en este árbol.
-¿Una casa del árbol?, no es mala idea, pero este árbol es un poco pequeño.
-¿Por qué no sintetizas una casa común y corriente?-dijo Najambdder.-Considera la materialidad del terreno, observa el entorno, usalo.

Ayame empesaba a bajar la intensidad de su brillo, incluso dejo escapar un pequeño estornudo.
-¿Ayame, fuiste tú?-preguntó Irma.
-Se está poniendo azul.-dijo Najambdder tomándola en sus mano.
-No sabía que las hadas se enfermaran.-dijo Nathan.
-No se enferman a menos de que las saquen de su medio ambiente.-dijo Key.
-Mira, su traje se está poniendo morado.-dijo Irma mientras sintetizaba una mantita del tamaño del hada.-Ponle esto, yo sintetizare la casa.
De la nada se construía una edificación.
-Entremos.-dijo Irma.
Al ingresar vieron una sala en la que había una chimenea, que estaba encendida, además de una habitación para cada uno, era algo bastante basico, pero al menos se mantenía el calor y podrían dormir sobre una superficie seca.
-No sabía que podía hacer esto.-Irma se sonrojó levemente al admirar su propia obra.
-¿Quieres que te deje cerca de la chimenea?-preguntó Najambdder al hada, ella asintió lentamente. Poco después todos estaban reunidos alrededor de la chimenea, comiendo algo de pan con queso y café amargo.


Platicaron un poco antes de irse a dormir, necesitaban recuperar fuerzas, sobre todo Nathan y Ayame.

El hada siguió a Irma para dormir con ella.

-Al fin, siento que me pesa todo el cuerpo.-pensó Irma acostándose en su cama hecha a base de hojas secas.


Al otro día seguía lloviendo y por supuesto, a Naj esto no le hizo gracia alguna, así que en lugar de salir de inmediato como tenía planeado, dejo dormir a Irma durante el resto de la mañana, y en el intertanto, tomar algunas notas.

-¿Irma sigue durmiendo?-preguntó Fye, un par de horas después de que el elfo despertara.
-Si, todavía está durmiendo.-Durten respondió al pasar con un montón de provisiones, con las cuales prepararía el desayuno.
-Seria bueno despertarle.-dijo Key dirigiéndose a la habitación de Irma.-Irma, ya es hora de despertarse.-tocando la puerta.
-¿Ya es de día?-preguntó Irma apenas despertando y cuando se levanto noto que había algo mojado cerca de ella.-Ayame, tu te… Un segundo, no es eso.-pensó.-Ayame, despierta, ¿qué te pasa, estas entera mojada?-dijo cuando le puso la mano encima y se quemo.- ¡Ay!
-¿Pasa algo Irma?-Preguntó Key.

-Ayame está ardiendo.-dijo Irma.
-¿Cómo?-dijo Key entrando a la habitación.-Déjame ver. Tiene mucha fiebre, hay que bajarla o podría morir.
-¿Pasó algo Key?-preguntaron los demás.
-El hada tiene una fiebre muy alta.-dijo Key.
-Hay que estabilizar su temperatura.-aseveró Nathan.
-Quizás le hizo mal estar tanto tiempo frente a la chimenea.-dijo Fye levantándola entre sus manos.-Despierta pequeñita, vamos, has un esfuerzo.
-Le cuesta respirar.-dijo Durten.
-Aquí hay un paño frío.-dijo Nathan.
El hada se movió como si tratara de cubrirse con algo.
-¿Pasa algo?-preguntó Najambdder, ya preocupado por el alboroto que estaba montando el resto.
-Ayame se enfermó y está ardiendo.-dijo Irma.
-Quizás yo pueda bajarle la fiebre.-dijo Najambdder.-Sólo que no sé si ayude.
-¿Con qué?-preguntaron los demás.
-Tengo un hechizo congelarte.-dijo Najambdder.-Pero la última vez que lo utilice congelé media Enderte y me echaron a patadas.
-Es peligroso, pero es lo único que podría ayudar.-dijo Durten.
-Esperemos que no salga mal, pero aun no deja de llover.-dijo Najambdder.
-¿Las hadas no pueden ingerir nada?-preguntó Irma.
-A veces beben néctar o agua.-dijo Najambdder.
-¿Por qué preguntas?-preguntó Nathan.
-Se dé un remedio que sirve para bajar la fiebre, pero es tan pequeña.-dijo Irma.
-Si puedes sintetizarlo nosotros lo mediremos.-dijo Key.
-Bien.-dijo Irma sintetizándolo.-Listo, aquí esta.
-Antigripal para niños.-Leyó Durten.
Luego de unas horas la medicina le hizo efecto al hada y ya estaba totalmente bien.
-Esa medicina sí que es potente.-dijo Durten.
-Jamás la había visto antes.-dijo Fye.
-Es una medicina de mi mundo.-dijo Irma.-No es tan efectiva en humanos, pero al menos funcionó.


Se escucho el golpear en la puerta.
-¿Quién será?-Irma se dirigió a la puerta.
-Qué raro se comporta.-pensaron los demás.
-Disculpe señorita, dejaría que un anciano y una pequeña bebe se alojen en esta casa.-dijo un anciano frente a la puerta.
-¿Quién es?-preguntó Najambdder.
-Es un anciano y una bebé, está pidiendo alojamiento, ¿lo dejo entrar?-preguntó Irma.
-Si, no hay problema.-dijo Najambdder.
-Puede pasar.-dijo Irma abriendo la puerta.
-Gracias jovencita.-dijo el anciano.
-Esa bebe es de un elfo.-susurró Najambdder.
-¿Pasa algo?-preguntó el anciano.
-No nada, ¿esa bebe es su nieta?-preguntó como si no hubiese notado nada.
-No.-dijo el anciano sentándose en una de las sillas.-Un elfo oscuro me la entrego diciendo que no le interesaba quedarse con un ser hibrido.
-¿Cómo era ese elfo?-preguntó Najambdder muy serio.
-Era muy parecido a ti.-dijo el anciano.-Sólo que sus ojos eran blancos y su pelo era negro como el carbón.
-¿Tenía un tatuaje rojo en su mano derecha?-preguntó Najambdder.
-¿Y tú cómo es que sabes eso?-preguntó el anciano.
-Lo he visto antes.-respondió Najambdder.-Más no puedo decir en este lugar.
-Con que estas maldito.-dijo el anciano.-Agradece no ser el único, esta bebe por ejemplo, no deja de llorar y yo, no puedo ver la luz del sol.
-No son las únicas maldiciones, yo maldije a ese elfo y por lo visto todo va funcionando según lo que esperaba.-dijo Najambdder.
-Una maldición de marcas viales, muy inteligente y tonto al mismo tiempo.-dijo el anciano.
-No es tonto, me está guiando justo al lugar que quiero.-dijo Najambdder.
-Esa humana no es de esta dimensión, ¿fue parte del requisito para la maldición del otro elfo?-preguntó el anciano.
-Parte de un requisito. Un momento, los ojos de Najambdder se pusieron normales.-pensó Irma.
-¿Cómo es que llego aquí?-preguntó Key con un tono muy tranquilo, casi como si lo que Irma vio y escucho nunca hubiera ocurrido.
-Bueno, venimos de la ciudad de las Nubes.-dijo el anciano interrumpiendo de repente lo que decía.-Oye niña, ¿te gustaría sostener a la bebe por un rato?
-Claro.-dijo Irma ocultando su confusión.-Que bebe más linda.
-Es demasiado cariñosa.-pensaron los demás.
-Tengo la leve sospecha de que no parezco ser muy aceptada entre los mayores.-pensó Irma.
-No puedo creerlo, hizo que dejara de llorar.-dijo el anciano.
-Tiene algo que la hace especial.-dijo Najambdder y al escuchar su voz normal se dio cuenta de que dejo de llover.-Al fin, ya podemos irnos.
-¿Ya?-preguntó Irma.
-Claro, comenzara a llover en cualquier momento.-dijo Najambdder.
-Bien, salgamos de una buena ves… ¿Dónde está Ayame?-preguntó Irma.
-Mira lo que la bebé está usando de sonaja.-dijo Fye.
-¡Ha, suéltala! Por favor suéltala.-dijo Irma.
-Quítasela de la mano.-dijo Najambdder.
-Y si se dañan las alas de Ayame por hacer eso.-dijo Irma.
-Si le acercas un biberón soltara al hada.-dijo el anciano.
-¿Un biberón? Bien.-dijo Irma sintetizando uno.
La bebe soltó al hada y tomo el biberón. Luego se fueron de la casa la cual se desvaneció, el anciano continuo su camino mientras que los demás seguían al siguiente pueblo.
-¿Por qué habré imaginado eso?-se preguntaba Irma.
-¿Por qué estas tan seria?-le preguntó Najambdder.
-Por qué…-dijo Irma totalmente ensimismada.
-No me escucho.- pensó Najambdder.
-¿No estaba alegre hace sólo un rato?-preguntó Key.
-Si, pero de repente se puso seria.-dijo Nathan.
-¿Por qué habrá sido?-se preguntó Irma nuevamente.
- Irma.-dijo Najambdder.- ¿Te pasa algo?
-Ha, ¿hablabas conmigo?-dijo Irma que finalmente salió de sus pensamientos.
-Si, te he estado preguntando por que te pusiste tan seria de repente.-dijo Najambdder preocupado.
-No lo sé, sólo me preguntaba qué fue lo que creí ver hace un momento.-respondió Irma.
-¿Cómo era eso que viste?-preguntó Najambdder.
-No estoy segura, supongo que algo malo que debería olvidar.-dijo Irma con una sonrisa.
Todos la quedaron mirando.
-¿Cómo era?-Najambdder adopto una expresión severa.
-No me preguntes eso.-pensó Irma.
-¿Cómo era?-preguntó por segunda vez.
-¡Cállate! No tengo por qué decir algo que quiero olvidar.-dijo Irma dando manotazos al elfo.
-Irma, por favor dilo.-dijo Najambdder tomándola de los brazos para que se tranquilizara.
-Oye, ten más cuidado.-dijo Fye.
-Si no me lo dices te lo sacare a la fuerza.-dijo Najambdder.

En ese momento Irma se volvió la niñita que era y la flauta que tenía en su carjad comenzó a tocar sola. Najambdder cayó paralizado e Irma salió corriendo al interior del bosque.-¡Sólo vi lo que no me querías decir!.-Ayame la siguió.
-¡Irma!-gritó Durten tratando de detenerla y seguirla.
-¿Qué fue todo eso?-preguntó Nathan.
-Esa flauta, es una de las flautas elficas, su dueño puede usarla para hacer dormir a lo que le teme o le ataca.-dijo Fye.
-Pero sólo la pueden usar los elfos.-dijo Key.
-La perdí.-dijo Durten al cabo de un rato.
-¡Ha!, mi cabeza.-dijo Najambdder poniéndose de pie.-No sabía que era capaz de hacer esas cosas ¿Dónde está Irma?
-Huyó.-dijo Nathan.
-Oh no.-dijo Najambdder.
-¿Pasa algo malo con eso?, aparte de que se nos perdió.-preguntó Fye.
-Si, algo la está persiguiendo y si no la encontramos, la mataran.-dijo Najambdder preocupado.
Todos fueron en su búsqueda, pero al cabo de una hora no la encontraron.
-¡Irma, Irma!-gritaban.
-No, se están acercando.-pensaba Irma que se había escondido bajo un árbol frente a un lago.
-¿Por qué te escondes?-preguntó una voz.
-Porque tengo miedo.-respondió Irma.
-Pues sígueme.-dijo la voz.-Sígueme al lago, ven.
-¿De qué sirve, me encontraran igual?-dijo Irma abrazando al hada.
Ayame trataba de detener a Irma porque veía claramente el peligro que realmente las seguía.
-Ven conmigo.-dijo la voz.
-No,-dijo Irma-no iré, no creo... no creo en ti.
El hada se alivio al oír eso.
-Vendrás, tarde o temprano vendrás.-dijo la voz.
Irma se asustó tanto que sintió como su corazón estaba a punto de explotar y se dio cuenta de que lo que vio en parte era verdad y en parte no.
-Najambdder no quería sacarme de mi mundo por ser un ingrediente, era para salvarme de caer al tuyo.-dijo Irma recobrando el valor y creciendo nuevamente. Luego sintetizo una daga y atacó a su oponente, aun que invisible para ella, no falló su golpe.
-¡Ha!-grito el elfo oscuro que se hizo visible al instante.
-Y no sólo eso, esa marca en tu mano es la que no te permite hacer bien todos tus hechizos.-dijo Irma.
-Pero sólo los más simples.-dijo el elfo desvaneciéndose en el aire.
-Irma, ¡la encontré!-grito Durten, pero al acercarse notó la sangre salpicada en la ropa de la menor.-¿Estas herida?-ella negó con la cabeza.
Cuando todos se reunieron, Irma contó lo ocurrido y salió una pregunta inesperada.
-Tu te convertiste en una niña pequeña, ¿se puede saber qué edad tienes en realidad?-preguntó Key.
-Ahora que lo pienso, yo tampoco sé.-dijo Najambdder.
-Yo, tengo apenas siete años.-dijo Irma.
-¡¿Qué tienes siete años?!-exclamaron a corto.
-Sí.-dijo Irma.
-Por la Diosa.-suspiró Najambdder.
-Por eso se comporta tan extraño...-dijo Key.
-...y no entendía cuando nos pusimos a pelear.-dijo Nathan.
-Ya que estamos en esto, ¿Qué edad tienen ustedes?-preguntó Irma.
-Yo tengo dieciséis.-dijo Nathan.
-Yo tengo veintidós, aunque parezca mayor.-dijo Key.
-Yo tengo veintitrés.-dijo Durten.
-Yo tengo veintisiete y parezco menor.-dijo Fye.
-¿Y tu Najambdder?-preguntó Irma.
-Yo, bueno…trescientos veinte años.-dijo Najambdder.

Ayame se estaba poniendo entremedio del chaquetón de Irma para tomar una siesta cuando decidieron pararse y continuar su camino.
-Está haciendo frió.-dijo Irma.-Ayame, no preferirías abrigarte un poco.
El hada asintió e Irma sintetizo algo para abrigarla.
-¿Así está mejor?-preguntó Irma.
El hada asintió.
-¿Cómo le hace para cambiar tan rápido de humor?-se preguntaba Najambdder.
-¿Para qué apareció la flauta?-preguntó Nathan.
-Para sacar a Irma de un apuro.-dijo Durten.
-Pero la llevó a otro.-dijo Nathan.-Y sólo puede ser usada por elfos.
-Eso no era una flauta mágica.-dijo Najambdder.-Era una copia y ese elfo oscuro la utilizo controlando la mente de Irma.
-¿La flauta se toco sola?-preguntó Nathan.
-No, ese elfo tocó la melodía, sólo actúan en seres mágicos y no le hacen nada a quien la interpreta.-dijo Najambdder.-Y tiene efectos secundarios.
-¿Cuáles?-preguntó Irma.
-Fíjate bien, mira mis ojos.-dijo Najambdder.
-Son humanos.-dijo Irma.
-¿Cómo?-preguntó Key.
-Eso significa que ya no puedes ver con claridad los cien metros a la redonda.-dijo Fye.
-Cierto, también escucho como humano.-dijo Najambdder cuando comenzó a nevar.
-Nieve, nieve, nieve.-dijo Irma dando vueltas, hasta que choco contra alguien.
-¿Estás bien?
-¡Se separaron!
-Lo que faltaba.-suspiro Naj.
-Todavía nos falta mucho para llegar a la aldea de Mistedet.-dijo la mujer que estaba frente a ellos mientras revolvía el cabello de la niña.
-Miren, el camino está muy empinado hasta la aldea.-dijo Irma que se había adelantado un poco, casi como si no hubiera notado a la mujer.
-¿Irma? ¿No notas algo extraño?-preguntó Najambdder.
-Que está nevando, Crys esta aquí, volví a ser yo... no es extraño... oh...-mira a la mujer.-¡Ah! Crys.
-Buenos días ma pettit ami.-dijo dándole un sape a Irma.-Ya era hora de que te dieras cuenta, y veo que hasta me pusiste nombre, que amabilidad.-dijo sarcástica.
-¿Qué paso aquí? Esto no es normal...-suspiró Najambdder.
-"Por ahora no es necesario que lo sepas".-dijo la mujer.-Te recuerda algo esa frase, no recuerdo si es exactamente como lo dijiste alguna vez, pero se da lo mismo para ti, híbrido.
-Irma, vayámonos-dijo Najambdder.-No es necesario que nos sigas.-esto ultimo lo dijo con acidez, no confiaba en Crys.
-¿Crees que este bien? Es mi doppelganger.-dijo Irma.
-Sí, tienes razón.-dijo Najambdder.


Esperaron a que hubiera la nieve suficiente y bajaron en trineo, al llegar al pueblo de Mistedet, se separaran y siguieron sus respectivos caminos cuando termino de nevar.
-¿Cuánto falta para llegar a Hermiedna?-preguntó Irma.
-Mucho.-dijo Najambdder.- ¿Tienes frío?
-Bueno, si.-dijo Irma.
-Yo también.-admitió Najambdder.
-Podría sintetizar unos guantes y unas bufandas.-dijo Crys.
-Si, eso estaría bien.-Najambdder aceptó, aunque algo reticente.
-Tú eres la que está más abrigada.-Irma le susurró a Ayame.
-Mmh.-dijo Ayame con una sonrisa y luego se sorprendió al oír su voz.
-¡Estas hablando!-Irma dio un par de brincos.
-Trata de decir algo.-dijo Najambdder.
-Puedo…hablar.-dijo Ayame con esfuerzo y muy emocionada ya que no habla desde hace mucho tiempo.-Yo puedo hablar nuevamente.
-Felicidades.-dijo Crys mientras le entregaba los guantes y la bufanda a Najambdder.
-Que bien, ella obtiene lo que siempre ha esperado, quisiera poder encontrar aquello.-pensó Najambdder.-Gracias.-aunque aún con desconfianza.
-No es nada, sigamos nuestro camino.-dijo Crys.

jueves, 8 de julio de 2010

Boku no Kazoku capitulo 2

Fin había estado corriendo todo el día. Del trabajo a casa, de casa a la tienda, de la tienda a otra y otra más. De vuelta en casa se dispuso a pintar esa habitación, que ya había vaciado de antemano, sería la habitación para el pequeño Peter.
Todo iba bien, casi llevaba la mitad cuando llego Berwald, se preocupo ya que no había hecho nada para comer, se disponía a salir de la habitación cuando Sue entro...

-Hola Fin
-Bienvenido a casa Sue. ¿Qué quieres cenar?
-Lo que sea estará bien, pero terminemos esta habitación.-dejo su chaqueta y maletín fuera de la habitación, terminaron rápidamente gracias a lo alto que es Suecia. Sin embargo un ruido los hizo dar un pequeño respingón y mirar en dirección a la puerta.

Un balde de pintura estaba tirado en el suelo y Hanatamago estaba cubierta de pintura. No solo eso, la pintura se esparció por el suelo, fin corrió a levantar el balde, este aun estaba a la mitad antes de caer. Ahora la única pregunta que tenía en la mente era como se la iba a quitar a su querida perrita.

-Espero que no quede azul.-comento mientras ambos luchaban contra la pintura y el intento de escapismo de Hanatamago.
-Sí no sale podemos cortarle el pelo.-sugirió Sue.
-¡Pero es pleno invierno!-recordando lo que paso con el perrito de Dinamarca.
-No hay problema, ya lo hemos hecho antes.-le recordó.-Después de todo Dinamarca es el único que representaría un peligro.

Ya no había vuelta atrás, sólo podía soportar la situación, por más insólita que esta sea y esta era realmente insólita, aunque parecía no ser imposible de solucionar...